LAS REDES SOCIALES Y LA SOCIEDAD CIVIL
Las
redes sociales en Internet se han convertido en verdaderos instrumentos
políticos que ya han demostrado su eficacia reiteradamente. El movimiento
antiglobalización los utilizó para protestar ante los más conspicuos foros del
pensamiento hegemónico mundial. En los acontecimientos políticos que sacuden
hoy al mundo árabe ocupan un lugar central.
La revolución científico-tecnológica de las
comunicaciones constituye un rasgo constitutivo de nuestra época. Ha contribuido
determinantemente a transformar la cultura de la gente, su forma de verse y
relacionarse entre sí. Son la base, por lo tanto, de una verdadera revolución
cultural que ha trastocado al mundo, subvirtiendo algunos de los más
establecidos pilares de la vida social.
La red Internet constituye un resultado de esta
revolución científico-tecnológica, y un motor dinamizador de la revolución
cultural. Tiene la característica de tener una dinamicidad inusitada, es decir,
de cambiar y renovarse constantemente, a un ritmo que solamente en la época que
vivimos conoce. ¿Quién de nosotros, hace 20 años, se hubiera imaginado que iba
a tener la presencia e influencia que tiene hoy en día?
Dentro de ella, las llamadas redes sociales han hecho
su aparición apenas hace unos pocos años. La omnipresencia de Facebook y
Twitter, sus características, la incidencia que tienen en la vida cotidiana de
decenas de millones de personas era inimaginable hace solo 10 años.
Se han convertido, sin embargo, en verdaderos
instrumentos políticos que ya han demostrado su eficacia reiteradamente. El
movimiento antiglobalización los utilizó para protestar ante los más conspicuos
foros del pensamiento hegemónico mundial. En los acontecimientos políticos que
sacuden hoy al mundo árabe ocupan un lugar central.
Como toda herramienta, pueden servir para los más
disímiles objetivos y fines, porque los objetivos y fines de la gente son
siempre disímiles. Por eso en ellas se puede encontrar desde la mascota del
amigo hasta el pensamiento político de aquellos a los que, hasta ahora, tal vez
solo conocíamos superficialmente.
Constituyen, pues, poderosas herramientas que
trascienden los canales oficiales, aquellos que pueden eventualmente estar
sometidos a limitaciones como la censura o la autocensura, Permiten identificar
ideas y sentimientos; resquemores, aspiraciones y objetivos que antes no se
sabía que se tenían en común. Pueden ser, entonces, un motor para unir a la
gente.
Una de las características distintivas de esta
sociedad civil contemporánea saltó entonces a primer plano: no hay dirigentes
visibles, el espacio de la toma de decisiones es difuso, los objetivos por los
que se llevan a cabo las acciones son enormemente distintos dependiendo de cada
persona o grupo.
Puede pensarse que esta es una limitación o una
ventaja. Si la pensáramos como una limitación, resaltaríamos que un movimiento
popular de la magnitud del egipcio podría quedar trunco, inconcluso, mermado;
podría, también, ser capitalizado por grupos sociales más organizados, cuyos intereses
no coincidan con los de la mayoría. Si lo vemos positivamente, podríamos verlo
como un anticipo de un tipo de democracia mucho más abierta y participativa que
la que hemos vivido hasta ahora.
Los llamados nuevos movimientos sociales ya habían
anticipado, desde hace un tiempo, algunas características de este tipo de
novísimos movimientos. Una de ellas es el de su relación con el tema del poder
del Estado: este no les interesa. El problema es cuando movimientos masivos
como el egipcio logran ciertos objetivos que requieren que este tema sea
abordado y asumido como central.
Análisis
Se trata de ver a la
sociedad civil como un conjunto complejo de redes sociales que están mutuamente
interconectadas y que son interdependientes formando lo que se pueden llamar
redes civiles. La sociedad civil se debe concebir como un conjunto de redes sociales
que implican a los individuos, organizaciones, instituciones y asociaciones,
los cuales se conectan y socializan mutuamente desde diferentes lugares.
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